Pandemónium (parte II)

Dijo también a la muchedumbre: «Cuando veis una nube levantarse al poniente, luego decís: «Va a llover.» Y eso sucede. Y cuando sopla el viento del mediodía, decís «Habrá calor.» Y eso sucede. Hipócritas, sabéis conocer el aspecto de la tierra y del cielo; ¿por qué entonces no conocéis este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? (Lc. 12, 54-57)

Esta vez me centraré en hablar sobre otro aspecto muy grave de la situación actual, que se hace más y más evidente a medida que pasan los días, aunque no para todos. No se trata de ninguna conspiranoia, porque las pruebas están cada vez más a la vista. Al finalizar la nota, dejo varios enlaces que estuve recopilando durante los últimos días y que explican mejor a qué me refiero.

El miedo es un arma muy efectiva para controlar. En mi anterior artículo escribí sobre cómo nos asustan con algo (en este caso, un virus) y así logran que hagamos cualquier cosa con tal de protegernos de ese algo.

La pregunta es: ¿para qué controlarnos? Bueno, para ser breves, lo que buscan es establecer una especie de comunismo global, mejor conocido como Nuevo Orden Mundial. Suena a fantasía de película, sí. Eso también es parte del numerito. Cuando uno ve ciertas cosas repetidas una y otra vez en el cine de ficción, se resiste a creer que puedan pasar en la realidad. De eso se trata.

Pero no nos adelantemos. Analicemos un poco la situación de forma objetiva y que cada uno lo piense bien a conciencia. Aparece una enfermedad nueva que no se conoce, más contagiosa que algunas y menos que otras, pero que tiene, en promedio, una letalidad aproximada del del 0,2%. [1] Por primera vez en la historia se realiza un aislamiento total de la población, incluyendo a los sanos. Esto ya es, por lo menos, extraño. Es una medida que no se ha tomado ni siquiera en épocas de pestes terribles y en las que no se contaba con ninguno de los conocimientos o herramientas actuales. No se niega la existencia del virus, pero hablar de pandemia es una mentira descarada.

Por supuesto que la casta politiquera (que no política, porque son una vergüenza para la recta política) y farandulera sigue su vida como si nada. Los farsantes que nos gobiernan, los periodistas, Ofelia Fernández… al parecer son inmunes. Eso sí, ya le han pagado a empleados para que pinten frases como «quedate en casa» por toda Buenos Aires (a fuerza de repetición nos meten las ideas) y para que le pongan tapabocas a las estatuas públicas. Y no se les mueve un pelo.

Desde que empezó el furor del coronavirus, a mediados de marzo, ya empezaron a abrir el paraguas, hablando de una «nueva normalidad» que sería necesaria luego del encierro forzoso. Como tuvo la amabilidad de explicarnos nuestro presidente, nunca volveremos a llevar una vida decente. Nos hablan de «no ser irresponsables» y de «pensar en los demás» pero nos convierten en enemigos unos de otros (divide y triunfarás), y la realidad es que uno no puede dejar de hacer lo que debe hacer porque allá afuera existan peligros de morir. Irresponsable es aquel al que no le importa conducir a 300 km. por hora; el que sigue con su vida de siempre porque está sano, es simplemente una persona normal.

Fases coronavirus

Como se puede ver en la imagen [2], no recuperaremos nunca el 100% de la movilidad social. A partir de ahora, nos seguirán controlando cada vez más con la excusa de una falsa pandemia. [3] Ya nos están diciendo qué cosas podemos hacer y no hacer, cuáles son las actividades esenciales y cuáles no, a qué lugares podemos ir, necesitamos permiso para visitar a familiares… Y lo peor es que, sea como sea, siempre la respuesta es seguir con esta demencia: si hay más casos, porque hay que reducirlos, y si hay menos casos, porque significa que las medidas funcionan y hay que continuar implementándolas.

Nos plantean el asunto como si lo único irreversible fuese una enfermedad física. No poder traer el pan a la mesa, las consecuencias psíquicas de un encierro de dos meses o más, el miedo, la muerte de seres queridos sin poder despedirlos como corresponde, son todas cosas «de las que se vuelve». Y aún así sigue habiendo gran cantidad de gente que nos ve como los malos. [4] Cuando abran los ojos y vean que sí era cierto… bueno, ya lo será, y por eso no podrán hacer nada.

Estamos dejando que se burlen de nosotros como les dé la gana. De repente un sinvergüenza que ha dicho públicamente que hay que reducir la población mundial [5], nos quiere hacer creer que le interesa cuidarnos… con una vacuna creada por él mismo. Una vacuna que podría controlar si nos la hemos aplicado o no. ¿Dónde se ha visto semejante cosa? Es inaudito que se nos trate de paranoicos por no estar dispuestos a dejarnos inyectar un microchip que ya no podremos quitarnos. [6] [7] La tiranía de la tecnocracia será terrible, y en algunos países ya se está implementando [8] o considerando [9], de modo que ni siquiera se puede considerar algo exclusivo de las películas y novelas distópicas. Las relaciones, el dinero, nosotros mismos, todo será cada vez menos real y humano.

Por otro lado, las grandes corporaciones no perdieron tiempo para adaptarse a fin de emborracharnos un poquito más con comodidades que hace bastante hemos mentalizado como necesarias. Cuanto más apegados estemos, menos nos daremos cuenta de la realidad. En aplicaciones como Instagram, Maps y Play Store aparecen mensajes sobre el COVID-19 por todos lados (¿no existen las adicciones, no existe el SIDA?), esa red social maldita que es Tinder parece estar muy preocupada de que sus usuarios, aunque sigan acostándose con desconocidos, lo hagan tomando todas las medidas preventivas del virus chino, y hasta el buscador de Google desplegó toda su generosidad para entretenernos durante varios días.

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También está la siguiente broma de mal gusto que hicieron Mark Zuckerberg y compañía, sobre la cual prefiero no comentar nada más para no perder el buen tono, pero no quise dejar de mostrar. Actúan como si creyeran que nos dan soluciones reales y nosotros convencidos de que así es, de que Facebook nos quiere, porque puso una carita muy tierna, que no nos devuelve la libertad pero nos hace sentir juntos a pesar de la distancia (!!!!!).

Reacción Facebook

Son estas cosas las que nos hacen querer cegarnos, a pesar de tener las pruebas más evidentes justo frente a nosotros. No saber nos esclaviza, pero es más cómodo. Nos quitan el sentido de la trascendencia. Si nos convencen (aunque sea inconscientemente) de que no tenemos más vida que la terrena, nos aferraremos a ella con uñas y dientes, y haremos lo que sea por vivirla de forma tan placentera como sea posible. Los estragos del ateísmo.

Circulaba por las redes el siguiente escrito, cuyo autor desconocido sigue el mismo estilo utilizado por C. S. Lewis en «Cartas del diablo a su sobrino».

Miedo

Ni hablar de lo que nos están haciendo a los católicos, lamentablemente con el aval de muchos malos pastores, por los que tenemos la obligación de rezar, dicho sea de paso. Nos han quitado la Santa Misa por miedo al contagio y la mayoría de los sacerdotes han consentido, cuando los cristianos siempre antepusieron la Ley Divina a la humana y la vida eterna a la temporal. Siglos y siglos de martirios y hoy nos deja sin sacramentos poco más que una gripe. Y por supuesto que lo más grave de todo es la ofensa que se hace a Nuestro Señor al no darle el culto público que le es debido.

No es correcto plegarnos a las exigencias absurdas de los enemigos de Dios y de nuestra Santa Religión, celebrando las Misas con los fieles cubriéndose la cara y separados como si fuesen delincuentes u obligando a comulgar sin el respeto y la reverencia que corresponde. [10]

Sería una burla y una hipocresía aceptar tales medidas mientras se admira y predica el ejemplo de los santos que ni siquiera se acobardaron ante enfermedades como la lepra. Cabe destacar también el cierre del Santuario de Nuestra Señora de Fátima, el pasado 13 de mayo [11] [12], así como también de las piscinas del Santuario de Lourdes en Francia, desde marzo. [13]

Hemos de recordar que la gran apostasía dentro de la Iglesia debe ocurrir antes de la Parusía de Nuestro Señor Jesucristo, y que buena parte del clero tomará parte en dicha apostasía. Pidamos la gracia de dolernos por lo que debemos sin caer en la desesperación.

El enemigo tiene mucho poder, y lo usará para que quienes nos opongamos a él la pasemos mal en este mundo. Nadie dice que será fácil, pero eso también estaba anunciado. No hay nada de loco ni de descabellado en hablar de esto. No podemos estar listos en un segundo para la persecución que vendrá, y es por eso que hay que estar prevenidos cuando sea nuestro turno de pasar por momentos decisivos, de escoger por qué puerta queremos pasar. La fe que profesamos nos dice que vendrán los últimos tiempos, y alguien tiene que vivirlos. No hay motivo para pensar que no puede tocarnos a nosotros.


[1] https://swprs.org/covid-19-hinweis-ii/

[2] https://argentina.as.com/argentina/2020/05/13/tikitakas/1589368758_029649.html

[3] Recomiendo mucho escuchar la siguiente entrevista completa, aunque pueda resultar larga: https://www.youtube.com/watch?v=L4jcGoUGTME

También incluyo el enlace de los datos que se muestran en dicha entrevista: https://www.worldometers.info/coronavirus/?utm_campaign=homeAdvegas1?#countries

[4] Dos de los signos más claros de los últimos tiempos son el enfriamiento de la caridad debido a la maldad e injusticia reinantes y la ceguera voluntaria.

[5] Breve video sobre Bill Gates: https://www.youtube.com/watch?v=Ci3qC66MP4I

Charla TED completa: https://www.ted.com/talks/bill_gates_innovating_to_zero

[6] https://www.elindependiente.sv/2020/03/25/bill-gates-anuncia-que-implantara-microchips-para-combatir-covid-19-y-rastrear-las-vacunas/

[7] https://religionlavozlibre.blogspot.com/2020/05/la-cripto-moneda-de-bill-gates-es-la.html

[8] https://www.youtube.com/watch?v=pZu9N-3yn_M

[9] https://www1.cbn.com/mundocristiano/israel/2020/may/netanyahu-sugiere-poner-sensores-en-cada-persona-cada-nino-en-israel-para-combatir-el-virus

[10] Los ultrajes, ofensas y abusos que se están cometiendo para con el Santísimo no terminan en obligar a comulgar en la mano.

https://religionlavozlibre.blogspot.com/2020/05/mas-abusos-eucaristicos.html

[11] https://www.telam.com.ar/notas/202005/463167-santuario-de-fatima-portugal-coronavirus.html

[12] https://www.20minutos.es/noticia/4255972/0/dos-peregrinos-se-saltan-la-seguridad-e-invaden-el-santuario-de-fatima-cerrado-por-primera-vez-a-causa-del-coronavirus/

[13] https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=37073


Otros enlaces de interés:

https://www.youtube.com/watch?v=MI5os8J4CLw

https://www.youtube.com/watch?v=QjLgIRnjT8k

https://www.perfil.com/noticias/coronavirus/singapur-usan-perros-robots-en-las-plazas-para-controlar-el-distanciamiento-social.phtml?fbclid=IwAR2D0V3F57eMAdvHGUj_CVbzYZO3XLEI3aAEvEwYseL1PH85PEsqEytnpjM

https://religionlavozlibre.blogspot.com/2020/05/medico-prohiben-dar-oxigeno-ancianos.html


Cuando estaba terminando de escribir este artículo, se me dio por ver el video de la entrevista a la Dra. Chinda Brandolino con la radio GQ (ver nota al pie [3]), que tenía pendiente. Resultó que allí se dicen muchas cosas de forma similar a como yo las he escrito aquí. Esta coincidencia por poco me hace desistir de publicar mi escrito, pero mi novio me convenció de hacerlo igualmente. Quiso que incluyera esta posdata que él mismo me ayudó a redactar, ya que valora mucho que yo escriba y sabe que me hace muy feliz.

Pandemónium

Después, habiendo ido a sentarse en el Monte de los Olivos, se acercaron a Él sus discípulos en particular, y le dijeron: «Dinos cuándo sucederá esto, y cuál será la señal de tu advenimiento y de la consumación del siglo.» Jesús les respondió diciendo: «Cuidaos que nadie os engañe. Porque muchos vendrán bajo mi nombre, diciendo: «Yo soy el Cristo», y a muchos engañarán. Oiréis también hablar de guerras y rumores de guerras. ¡Mirad que no os turbéis! Esto, en efecto, debe suceder, pero no es todavía el fin. Porque se levantará pueblo contra pueblo, reino contra reino, y habrá en diversos lugares hambres y pestes y terremotos. Todo esto es el comienzo de los dolores.»

«Después os entregarán a la tribulación y os matarán y seréis odiados de todos los pueblos por causa de mi nombre. Entonces se escandalizarán muchos, y mutuamente se traicionarán y se odiarán. Surgirán numerosos falsos profetas, que arrastrarán a muchos al error; y por efecto de los excesos de la iniquidad, la caridad de los más se enfriará. Mas el que perseverare hasta el fin, ése será salvo.» (Mt. 24, 3-13)

Ayer me llegó un mensaje por las redes sociales, de esos que circulan a razón de esta cuarentena demencial a la que nos tienen sometidos los “Estados democráticos” con la excusa del COVID-19. Decía lo siguiente: «Si visitás a tu abuelo o viceversa, si te juntás a escondidas con tus amigos, si te ves con tu hermano un ratito nomás, o si se juntan «sólo para comer» un domingo al mediodía, estás rompiendo la cuarentena y perjudicando al resto. ¿Qué parte no se entiende? Extrañar, extrañamos todos.»

No es el primero ni será el último. Lo que es importante analizar es qué nos dice el hecho de que circulen por ahí estos comunicados tan… simpáticos. Considerando todas las “noticias” que nos llegan sobre la supuesta pandemia, hemos de cuestionarnos sobre qué base o criterio aceptamos la “información” que se nos provee, y qué efectos produce en nosotros. Antes de que se apresuren a tildarme de conspiranoica, les recomiendo una dosis de sentido común: un artículo que me compartieron mientras escribía éste y cuyo autor también menciona la palabra que usé para el título. [1]

En muchos países (aunque particularmente hablo del nuestro), lo que está pasando es la consecuencia, o mejor dicho la verdadera cara, de la tan ponderada Democracia, a la cual no parece estar permitido criticar en absoluto. Como resultado, las personas no creen que el malo del cuento sea el secuestrador, sino todo aquel que, por el motivo que sea, se niega a ser su víctima. Gobiernos, medios oficiales y demás títeres, son héroes que, por alguna razón desconocida, de repente están dispuestos a desvivirse por nuestro bienestar. Sin sacrificar un sólo centavo propio, claro está. Cualquier dueño de un noticiero es alguien que nos quiere y se preocupa desinteresadamente por nosotros, mientras que quien nos quiera insinuar lo contrario debe ser alguna especie de loco o, peor aún, de traidor. Se ha invertido el sentido común; es un delirio colectivo que nos insensibiliza de a poco.

A lo largo de la historia, más de una persona ha captado esta idea de que la manera más efectiva de encarcelar a alguien es que no sepa que está encarcelado. Ahora, si además de creer que no lo está, también piensa que el carcelero es en realidad alguien que vela por su seguridad, cuánto menos desconfiará de él.

La pérdida de la caridad es uno de los signos del fin del siglo predichos por el mismo Cristo, cuya Resurrección celebramos estos días y cuya Parusía esperamos. Ante la injusticia y la mentira que vivimos, las familias se dividen, todos somos enemigos de todos, la concordia desaparece y los de arriba se llenan los bolsillos mientras la mayoría de la gente les agradece por prohibirles que lleven una vida digna y decente. El oficialismo [2] nos podría decir que debe asesinarnos para salvarnos la vida, y nosotros le dejaríamos hacer como si nada.

A ninguno de los medios [3] ni de los pseudo-políticos que nos gobiernan les interesa decirnos la verdad, mientras estén bien pagados. Aunque suene imposible de creer, les importa muy poco lo que nos pase a nosotros, si estamos bien o mal. No recibirán dinero ni conservarán el poder si no obedecen las órdenes de sus amos de las bancas mundiales, de modo que les conviene tenernos asustados y recelosos hasta de los que viven cerca nuestro. Les conviene que desconfiemos de todo el mundo excepto de ellos. Les conviene que todos odien al vecino que prefiere visitar a su anciana madre antes que «obedecer la ley». Les conviene que vivamos aterrorizados tratando de decidir entre no ver (¿quién sabe si nunca más?) a nuestros seres queridos o arriesgarnos a ser denunciados, tal vez por alguien que antes fuera de confianza. Les conviene poder manejarnos como ovejas a gusto y placer, según sus intereses, y que nosotros nos enojemos con cualquiera que nos hable mal de ellos. Incluso han llegado a tal grado de inhumanidad, que nos impiden acompañar a nuestros enfermos en sus últimos momentos de vida, o sepultarlos como corresponde cuando fallecen. Y ni hablar de obligarnos a morir sin los sacramentos necesarios… casi como si supieran a qué juegan. La democracia siempre fue y será esto, en caso de que aún nos quedaran dudas.

Así, en menos de dos meses y sin resistencia alguna, los que se jactan de ser defensores de las mil y una libertades, nos han impuesto un régimen del miedo con distinto nombre. Pero ellos son los buenos y nosotros les rendimos pleitesía. Si es que no morimos primero de hambre, irán dañando las almas y matando las buenas compañías, los lazos, la alegría, la esperanza, el amor fraterno, y en muchos casos la fe… mas todo habrá valido la pena si quedamos limpios de coronavirus.

[…] no comencemos exagerando lo novedoso de nuestra situación. Créame, querido señor o señora, usted y todos los que usted ama, ya estaban sentenciados a la muerte antes de que la bomba atómica fuera inventada… éste es el primer punto que debemos tener en mente. Y la primera acción que debemos tomar es recobrar la calma. Si todos vamos a ser destruidos por una bomba atómica, permitamos que esa bomba nos encuentre haciendo cosas sensibles y humanas  —orando, trabajando, enseñando, leyendo, escuchando música, bañando a los niños, jugando tenis, conversando con amigos a la luz de una pinta y un juego de dardos— no amontonándonos como ovejas aterrorizadas y pensando en bombas. Ellas pueden destruir nuestros cuerpos, pero no tienen por qué dominar nuestra mente. (C. S. Lewis)


[1] http://www.laprensa.com.ar/487620-El-lujo-de-la-cuarentena.note.aspx

[2] No nos referimos a los partidos políticos, sino al “relato oficial” que en muchos casos suplanta la visión de la realidad.

[3] Con contadísimas excepciones que, claro, no logran salir mucho a la luz.

[DE PLUMA AJENA]: El “Ósanwe-kenta” de Tolkien, y el distorsionador poder de un lenguaje seducido

Autora: Maddison Reddie-Clifford

Traductor: Andrés Battistella

Enlace del artículo original: https://www.abc.net.au/religion/jrr-tolkien-and-the-distorting-power-of-a-seduced-language/11388356?fbclid=IwAR38EsG_4iWZz7O05L7Zo6t4PHS-iyv9GqbxxsmcjDBv3TfEpzhvETmNAD8

Vivimos en una era de falsedades, de significados retorcidos y realidades distorsionadas engendrados por un manifiesto abuso y diseño [perverso] de la herramienta esencial de la existencia encarnada – el lenguaje. El lenguaje es algo con lo que no podemos dejar de contar en el trabajo cotidiano. Los significados e invocaciones que conlleva son una parte esencial de nuestra existencia fundamental. Puede traernos alegría y puede causarnos dolor, y más recientemente, en manos de políticos demagogos, se ha hecho notoria herramienta de esto último, mientras lo primero ha quedado olvidado.

John Ronald Reuel Tolkien fue un maestro en el uso del lenguaje para traernos alegría. Sus escritos dan vida a un rico mundo fantástico en donde el Bien y el Mal se afanan, no meramente por la dominación o el control, sino más aun por la esencia misma del significado. Sin embargo, este mundo fantástico tiene muchas lecciones para nosotros –incluso en el reino de la epistemología del lenguaje y la dominación. Sobre este tema, deseo explorar uno de las piezas poco conocidas del legendarium de Tolkien, Ósanwe-kenta. [1]

Ósanwe-kenta es un fragmento de un fragmento. Pero representa una visión de la conexión natural entre el lenguaje y la experiencia corporal, y cómo el Mal primero encontró y corrompió el lenguaje como herramienta de dominación. Es este tema final el que creo que más nos ilumina en nuestra época actual: de noticias falsas y prensa mendaz. Una exploración de cómo el lenguaje –formado y actuado como la conjunción del espíritu o mente y el cuerpo para facilitar la comunicación entre mentes mediante los cuerpos– ha pasado a ser aislamiento entre las mentes y herramienta para forzar la propia voluntad sobre los demás.

El lenguaje y “otras mentes”

Ósanwe-kenta fue un ensayo fragmentario escrito por J.R.R. Tolkien alrededor de 1960 y publicado en el jornal de estudios lingüísticos tolkienianos Vinyar Tengwar en 1998. Para el lector promedio del legendarium de Tolkien, Vinyar Tengwar podría sonar como algo vagamente élfico. Es, de hecho, un jornal dedicado a los lenguajes de J.R.R. Tolkien. Establecido por la Tolkien Linguistic Fellowship como un jornal bimensual, desde 1994, ha hecho la transición hacia una publicación anual. Al hacerlo, Vinyar Tengwar ha comenzado a incluir pequeños textos escritos por Tolkien, tomados de entre sus notas, y frecuentemente publicados con un comentario escrito por un estudioso de Tolkien.

Como mucho de su legendarium, Tolkien escribió Ósanwe-kenta como un comentario de un texto ficticio. Este texto en particular está escrito como una abreviación de otro texto más extenso, escrito por el sabio en tradición élfica Pengolodh. Pengolodh aparece en el Libro de los Cuentos Perdidos como el sabio en tradiciones que instruye a Elfwine en la historia de los Días de los Eldar. Aparece en otros escritos como un estudioso serio que es responsable por mucho de los textos sobre lenguaje y significado, como se encuentra específicamente en la Historia de la Tierra Media: La Guerra de las Joyas.

“Ósanwe-kenta” es una frase Quenya que se traduce como una investigación sobre la comunicación del pensamiento. Ósanwe, o “comunicación del pensamiento” según Tolkien, es el modo natural de comunicación en “Arda Inmaculada”. Arda Inmaculada (un mundo prelapsario) [2] es lo que el mundo del legendarium hubiera sido sin las acciones depravadas de Melkor (efectivamente, Satán). Aunque las mentes puedan diferir en fortaleza, todas ellas son iguales en estatus. Por su naturaleza, pueden percibir otras mentes como mentes, pero no pueden percibir más que la otra mente –esto es, que hay otra mente externa a sí mismas. Para hacer algo más se requiere que la mente se abra.

En Arda Inmaculada, todas las mentes están naturalmente abiertas. Esto quiere decir que una mente, buscando comunicar algo, puede alcanzar una mente abierta y transmitir imágenes, pensamientos, experiencias. Esta comunicación es enteramente ajena a la distancia o a impedimentos físicos. Es posible cerrar y abrir la mente por una aplicación directa de la voluntad. Cuando alguien cierra su mente, sólo Eru (Dios) puede tener acceso. Si alguien buscara forzar el acceso a una mente, entonces, como lo pone Tolkien, “cuanto más grande la fuerza ejercida, más grande la resistencia de la voluntad negada”.

Esto significa que Melkor, quien ansía la dominación y el señorío sobre otros, con su mente sola puede influenciar solamente a aquellos individuos que se abran a él. Melkor iría a una mente abierta con pensamientos de benevolencia, amistad y deseo de dar dones. Sólo a través de la sinceridad era posible para él ganar acceso a las mentes. Y estos eran difícilmente el tipo de individuos que Melkor más se esforzó en dominar, como lo explica Tolkien:

«Aquellos que escucharon y no cerraron la puerta estaban ya con demasiada frecuencia inclinados a su amistad; algunos… habían ya entrado en caminos como el suyo, y escucharon porque esperaban aprender y recibir de él cosas que les sirvieran para sus propios propósitos».

Melkor quería avasallar y esclavizar a sus enemigos, y sus enemigos eran aquellos que resistían contra su voluntad en cualquier cosa o que reclamaran cualquier cosa para sí mismos y no para él. Melkor necesitaba un arma, y encontró el lenguaje.

Según Tolkien, el lenguaje es algo distinto del ósanwe. Ósanwe opera mediante la transmisión directa de sentimientos, imágenes, memorias e intenciones. El lenguaje, en cambio, es fundamentalmente encarnado. Como lo dice Tolkien, “su lenguaje, aun cuando viene del espíritu o mente, opera a través y con el cuerpo”. Poseer un lenguaje es poseer un cuerpo, cuanto más encarnada es la entidad, es más común a ella el uso del lenguaje. Los seres encarnados están sujetos a la violencia; están sujetos a la coerción. Mientras que, con el ósanwe, es posible cerrar la propia mente a Melkor, el lenguaje, con su conexión al cuerpo, significa que para el encarnado:

«Sobre el cuerpo y sobre el morador interno [el espíritu, NdT]… tal presión y miedo pueden ser ejercidos, que la persona encarnada puede ser forzada a hablar».

Por tanto, el lenguaje –el don único para los encarnados Hijos de Eru– puede convertirse en herramienta para su sujeción al mal. Este tema es profundamente integral en el legendarium de Tolkien. En Los Hijos de Húrin, Húrin, cuando es liberado por Morgoth después de la tragedia de Túrin y Nienor, confronta al Rey Thingol y a Melian, y vomita maliciosas acusaciones contra ellos. Melian, que reconoce la parte de verdad en la mordacidad de Húrin, señala sin embargo que esas son las palabras de Morgoth, palabras retorcidas, que atan la verdad de acuerdo con el mundo que el mismo Morgoth ve.

Vemos este tema de nuevo en El Señor de los Anillos. Sauron se viste a sí mismo con un disfraz de equidad, y con palabras justas y promesas dulces busca deshacer el reino de los Elfos en la Segunda Edad. Es a través de promesas verdaderas que Sauron engaña a los Elfos de Eregion. Ofreciendo y en verdad enseñándoles cómo fabricar los anillos de poder, él puede subsecuentemente buscar establecer su propio dominio sobre las obras de ellos. Tomando el lenguaje, y sutilmente atándolo a su designio, todos salvo los más capaces en el arte del ósanwe son engañados. Sólo Galadriel y Elrond, dos maestros de este arte, son realmente aptos para percibir que algo no está bien con los ofrecimientos de Annatar el Señor de los Dones –tal vez porque, como ya he sugerido, era necesario para Sauron mantener su mente cerrada a ellos a fin de tener éxito en su engaño.

Ósanwe-Kenta, en resumen, revela varias cosas importantes acerca del mundo del legendarium de Tolkien. Todas las mentes perciben otras mentes. En un mundo no caído, todas las mentes estarían abiertas a las demás. Cualquier mente puede cerrarse a otra. Esta percepción de otras mentes es una transmisión de idea, emoción, experiencia, imagen, más que constructos abstractos. La comunicación entre sólo mentes es una experiencia abierta para ambas partes. Además, el lenguaje es natural al cuerpo. En un mundo en el cual los seres cierran su mente, es necesario el uso del lenguaje para comunicarse. Para los actores malvados, el lenguaje ofrece un elemento de engaño del que los demás medios de comunicación carecen, por tanto, con el tiempo ellos también adoptarán y se harán maestros del lenguaje.

Nuestro mundo – un lenguaje seducido

Es importante retener que los principios de la malvada perversión del uso del lenguaje, como recién he expuesto, son el resultado de la experiencia personal de Tolkien. Tolkien había sido testigo del desarrollo del siglo XX. Había luchado en una guerra justificada como una de el Bien y lo Justo contra la Tiranía. Había visto las demagogias de Europa levantarse en disfraces tanto fascistas como comunistas. Y había experimentado el cambio radical de su idílica Inglaterra, de los suaves campos de la comarca, al gris mecanizado del Noroeste, bajo el disfraz del “progreso”.

Tolkien identifica agudamente el mal con estos tres principios subyacentes: dominación, atenuación y supresión. Es un error tener a Tolkien como un tradicionalista reaccionario; no lo fue. Siguiendo la tradición inglesa, Tolkien valoró el trabajo, el esfuerzo, la industria (una perspectiva compartida tanto por Adam Smith como Karl Marx). [3] Para Tolkien, el trabajo duro y honesto comportaba en sí mismo una dignidad intrínseca. La mecanización, la manipulación y la seducción pervertida de las narrativas del progreso tomaron de esta virtud, prometiendo un camino fácil, una recompensa sin esfuerzo. En las ideologías del Fascismo y el Comunismo, Tolkien vio la manipulación del lenguaje hacia lo que había definido como el mal.

Similarmente, luego de la década de 1940, Gran Bretaña se transformó radical y rápidamente bajo el recurso lingüístico del “progreso”, que incluyó un gran apartamiento de generaciones de praxis. El facilismo y la falta de esfuerzo se volvieron lugares comunes. Incluso a pesar de que Tolkien no vivió para ver nuestros ciclos de noticieros, sí vio un cambio extenso en la manera en que las cosas se hacían, al paso que el principio de la productividad despojaba completamente a la actividad de valor intrínseco por sí misma y hacía que sólo el producto fuera valorable.

En el siglo veintiuno, la productividad ha ido más allá de las meras actividades justificadas por amplios dispositivos lingüísticos, y se ha trasladado a los propios dispositivos lingüísticos. Al encontrarnos el enemigo del legendarium en la persona de Melko, [vemos] que su muerte durante la Guerra de la Cólera sólo fue posible porque él había dispersado su misma esencia en la substancia del mundo, haciendo de Arda un mundo maculado, con males intrínsecos en su composición básica. Melko se había reducido a sí mismo como persona para convertirse en el tiránico señor oscuro Morgoth, pero el mundo había cambiado fundamentalmente a un nivel ontológico para incorporar “el Mal” –los rasgos dominantes de la naturaleza de Melko, la dominación y la apropiación total. [4]

De modo similar, nuestra realidad, nuestro mundo, posee estos elementos como parte de su naturaleza constitutiva. [5] Como Melko en Arda, la dominación, la posesión, la apropiación está siempre buscando controlarnos mediante la herramienta más fundamental y únicamente “nuestra” que poseemos –nuestro lenguaje.

Tergiversando “la verdad”

Particularmente mediante el tema del progreso y la eficiencia, el lenguaje ha comenzado a torcerse en este nuevo siglo. Hemos visto, en breve, la destrucción de incluso el significado normativo. Una mirada rápida a la presidencia de Donald Trump demuestra esta realidad. El término “hechos alternativos” fue acuñado para explicar cómo una frase puede ser deliberadamente manipulada para significar algo que es evidentemente falso. Cuando Trump fue confrontado con la noción de que su inauguración había sido un evento fallido porque no pudo obtener un artista famoso para que se presentara, el Presidente insistió en que su inauguración fue la más vista y asistida de la historia. [6]

Cuando Sean Spicer y otros empleados de la Casa Blanca trataron de clarificar que la afirmación se refería a una cifra total incluyendo a los que asistieron, así como a los que estaban viendo en línea y por televisión (los números combinados de espectadores fue posiblemente más grande que cualquiera en la historia si lo tomamos sin considerar los ajustes por la inflación tecnológica y poblacional y consideramos sólo los números brutos), este particular reclamo suena profundamente vacío.

Al igual que como Húrin vio las acciones de Thingol y Melian a través de la verdad retorcida de Morgoth, Trump estaba forzando a la gente a ver el mundo a través de su torcido concepto de “verdad”.

Más cercano, cuando el Senador Fraser Anning invocó el Evangelio de Mateo (“todos los que toman la espada han de perecer por la espada”) en el contexto de la masacre de Christchurch, Nueva Zelanda, su afirmación grotesca no sólo demostró su falta de escrúpulos, sino también cómo, según lo sugiere Tolkien, el lenguaje puede fácilmente ser hecho maleable para el mal. Más allá de ser moralmente abominable, también es una distorsión del texto fuente. En el Evangelio de Mateo, Jesús está reaccionando a la violencia que se desata cuando los guardias llegan a arrestarlo en el Jardín de Getsemaní, reprendiéndolos a ellos y a Pedro, de que vivir violentamente es hacerse violencia a sí mismo. No fue una frase bonita que justificara la violencia; más bien fue una condena categórica de la violencia. [7]

En este sentido, podemos ver que el mal puede tomar una afirmación intrínsecamente buena y darle vuelta y torcerla para sus propios fines. Esto se asemeja a una observación, una advertencia dada por Manwë, sobre Melkor, a los Elfos, según el Ósanwe-Kenta:

«Desde el principio él estuvo muy interesado en el “lenguaje”, ese talento que los Eruhini (los Hijos de Eru) tendrían por naturaleza; pero nosotros no percibimos al comienzo la malicia en su interés, porque muchos de nosotros lo compartíamos, y Aulë sobre todos. Pero con el tiempo descubrimos que él fabricó un lenguaje para aquellos que lo servían; y él había aprendido nuestra lengua con facilidad. Tiene grandes dotes en esta materia. Sin dudas él será maestro de todas las lenguas, incluso del hermoso lenguaje de los Eldar. Por tanto, ¡tened cuidado si habláis con él!»

Como Melkor, la dominación se ha hecho maestra incluso del suave lenguaje del pacifismo, convirtiéndolo en una herramienta de dominación y división de la sociedad, retorciendo y haciendo, de lo que debería haber sido parte de un llamado básico a nuestra humanidad común, una herramienta que nos divide aún más y propaga el mal.

Y, aun así, no es un actor individual el que ha conseguido esta distorsión de nuestro lenguaje. [8] Más bien, al igual de cómo la dispersión del propio ser de Melkor en la sustancia de Arda la hizo maculada, así también un cambio sustantivo más amplio en nuestra sociedad facilitó la corrupción de nuestro lenguaje. En nuestro caso, podrían ser incluso los males de la “eficiencia” que Tolkien tanto lamentaba. Consideremos cómo la producción de los noticieros ha cambiado en los últimos treinta años. Donde alguna vez el ciclo de noticias trataba de que tuviésemos una o dos ediciones por día, con el propósito claro de ser tan informativo como fuera posible, ahora vemos un mercado mediático priorizado la producción total en lugar de la calidad de producción. En esta nueva era, un periódico genera su ganancia no por el traslado de una impresión individual, sino alentando a la gente lo más posible a clickear tantas cosas como sea posible. Con una estructura de lucro como ésa, el requerimiento clave es producir tantas cosas como sea posible para que la gente clickee, en lugar de asegurar la calidad o profundidad o el análisis.

Esto es lo que Tolkien tanto identifica como el mal. La sistemática reducción de las cosas en utilidades productivas básicas que maximiza la ganancia mientras minimiza los costos. Y similarmente, esto es lo que tanto ha distorsionado nuestro lenguaje. Las mentiras de Donald Trump, las distorsiones de Fraser Anning, las manipulaciones de los demagogos en cualquier lugar sólo son posibles cuando tenemos una tasa de producción tan alta que nadie puede tomarse el tiempo ni el esfuerzo de intentar desempacar la indignación inmediata.

Al distribuir Melkor su esencia en Arda, el mundo mismo se hizo maculado, ganando una cualidad teleológica que hizo posible los malos fines. Cuando Melkor descubrió el lenguaje, lo dominó, viendo en éste una vía para comunicar ideas a quienes jamás habrían confiado lo suficiente en él para abrirle sus mentes. Su esencia distorsionó el lenguaje, tomando una herramienta de creación y alegría y haciendo de ella una herramienta de dominación y opresión. Del mismo modo, la esencia de la eficiencia y la mecanización, las fuerzas más identificadas con “el mal” en el legendarium de Tolkien, han tomado el lenguaje, una herramienta, refinada en la historia, para comunicar verdad, y la convirtieron en una herramienta de completa ofuscación. Ningún individuo ha hecho esto; más bien, ha sido la consecuencia inevitable de la focalización de nuestra era en la eficiencia.

¿Cómo podemos recuperar nuestro lenguaje, reafirmar una posibilidad para la verdad en un mundo donde hemos producido todo tan rápido y en tales cantidades que no podemos tomarnos el tiempo para buscar? Quizá Tolkien tiene una respuesta, tomémonos más tiempo con las cosas de nuevo. Dejemos que el valor de las noticias sea determinado por el trabajo para producirlas, en lugar del número de gente a quien se la podemos vender. Tal vez, entonces, como sociedad, podamos comenzar a tener fe en el lenguaje nuevamente, e incluso alegrarnos en el mundo natural tan a menudo descartado bajo la esclavitud de un mantra de productividad.


NOTAS DEL TRADUCTOR

[1] Para entender mejor el artículo, sugiero leer al menos El Silmarillion.

[2] En el artículo se habla de Arda Inmaculada y Arda Maculada. Arda es el nombre del mundo universo material, en la literatura de Tolkien. Su maculación, es decir, la introducción del mal en él, es obra de los agentes espirituales rebeldes al plan de Eru Ilúvatar, el Creador de todo, o sea Dios. Tolkien, en definitiva, introduce en su mundo fantástico un pecado original, a semejanza de nuestro mundo real, tal como lo enseña la Revelación cristiana. “Prelapsario” es el estado “antes de la caída”.

[3] Está claro que, en este punto, la autora padece de una gran confusión. Parece no distinguir entre el catolicismo y sentido común de Tolkien, catolicismo “tradicional” se diría hoy, y las teorías socioeconómicas de Adam Smith y Karl Marx. Sólo una lectura o conocimiento muy superficial permite afirmar lo que ella afirma aquí, sobre las “perspectivas compartidas”. Es muy curioso el tipo de confusión de la autora, que mayormente analiza bien el engaño del “progreso”, y sin embargo no se da cuenta de otras cosas.

[4] Esto se puede ver en El Anillo de Morgoth.

[5] Es claro que la autora no conoce la teología católica, en particular el dogma del Pecado Original, y por tanto, aunque vislumbra mucho, se le escapa la totalidad, la clave para entender plenamente la obra de Tolkien, imbuida de esa teología católica, como él mismo señaló.

[6] Toda esta digresión sobre la politiquería yankee es obviable, además de discutible por parcializada o sesgada ideológicamente.

[7] De nuevo, la autora demuestra que no conoce, o conoce mal, la teología católica. Nuestro Señor no fue ciertamente un pacifista hippie. Ni hay en el pasaje en cuestión una “condena categórica” de la violencia.

[8] Lo dicho. La autora no conoce la realidad del Pecado Original, evidentemente, y aunque analiza bien las consecuencias, la causa se le escapa por completo.

La nave, las tempestades y el naufragio universal

Estamos en pleno año electoral, y todo el mundo está hablando de partidos políticos. Entre los católicos hay una polémica bastante fuerte, y, por eso, no tenía pensado tocar este tema, además de que no hay realmente nada muy novedoso para aportar. Sin embargo, algunas conversaciones recientes me hicieron notar ciertas cosas sobre las que creí útil escribir. Después de todo, los engaños nos son inoculados a fuerza de incansable repetición, así que no hay motivos para no hacer lo mismo con la Verdad. Vamos entonces allá.

No es que el mal haya estado ausente en épocas moralmente prósperas, sino que el mal y el bien, entonces, eran fáciles de identificar, tanto de forma particular como entre sí. Al igual que el agua y el aceite: podía haber algunas gotas “infiltradas” por nuestra naturaleza caída, pero a uno no le resultaba tan difícil reconocer el mal, mantenerse alejado de él y ser un católico considerablemente íntegro. La batalla contra las propias debilidades estaba, mas todo era mucho más claro.

En tiempos revueltos como el nuestro, en cambio, pareciera que se han mezclado un médano de arena con una montaña de sal. Prácticamente son iguales y separarlas es casi imposible. El mal ha invadido e impregnado todo, se ha homogeneizado con lo bueno, y el Príncipe de las Tinieblas se divierte incluso con muchos que están bien formados en la Doctrina. Remarco esto para que tengamos en cuenta dos cosas: 1) hoy, hay que hilar fino en todas las posturas que tomemos y ser en extremo específicos para estar en el punto correcto, de modo que lograrlo significa haber recibido una gracia que no abunda, y 2) si hemos sido bendecidos con ella, debemos preservar la humildad y la gratitud. La posmodernidad es realmente malvada, hemos de cuidar que no se pierda nuestra fortaleza,mediante la oración y los Sacramentos, ni que se enfríe nuestra caridad.

No tengo especial interés por enfocarme en aquellos católicos que ya aceptaron como cierto que el sistema es moralmente “neutro” y que su bondad o su maldad dependen de cómo se lo utilice, sino más bien en aquellos que, aun sabiendo que posee una perversidad intrínseca, insisten –convencidos–en que “hay que participar de todos modos para hacer la diferencia”. Puede que haya una buena intención detrás de esto, pero también hay varios errores.

En primer lugar, la confusión que se ha generado alrededor del tema “aborto”. A quienes consideran como bien la satisfacción de sus propios deseos, el Enemigo les ofrece placeres, poder, dinero. A quienes buscamos, a pesar de nuestra enorme miseria, cumplir con la Divina Voluntad, nos tienta en cambio con falsas –y repito: falsas– dicotomías morales; juega mucho con los escrúpulos. Hay católicos que saben que la democracia es nefasta. ¿Cómo hacer que también ellos agachen la cabeza y participen? Muy sencillo. Primero se les hace creer que el aborto y el sistema son dos males diferentes y luego que el más grave de ambos es el aborto.

Cuando nosotros decimos “el aborto es lo más importante”, nos referimos a que prioritariamente no puede estar por debajo de asuntos como sacar adelante la economía del país, pero no es una afirmación absoluta. El asesinato de hijos en el vientre materno es un acto sumamente aberrante, antinatural y demoníaco que clama al Cielo y no debe ser minimizado, pero no confundamos “no minimizar” con afirmar que “no hay absolutamente ningún crimen peor ni cosa de mayor relevancia”, porque esto último no es cierto. Si lo fuese, con toda tranquilidad podríamos tomar otras medidas. Salimos con una ametralladora por las calles a fusilar a todo médico abortista que encontremos, así como a las mismas mujeres que se los practican y a todo aquel que quiera detenernos, por si acaso. Quemamos las clínicas y a cada nuevo “defensor” que aparezca lo matamos también. Dejarían de morir inocentes y sólo lo harían los culpables directos e indirectos del filicidio prenatal. Si éste en verdad estuviese por encima de todo, lo antes descrito nos sería lícito, pero sucede que, como dijimos, hay algo más importante (que Cristo reine) y algo más grave (que Cristo no reine).

Existe una verdad indiscutible, y es que no podemos pecar, aún si haciéndolo evitásemos la condenación de todas las almas del mundo. Va de nuevo: el peor de los crímenes es el pecado, y si ése es nuestro único medio para evitar algo, entonces es ilusorio; no tenemos realmente un modo de evitar ese algo. No cargamos con culpa ni somos responsables si sucede. Sentir remordimientos por algo que se encontraba fuera de nuestro alcance es señal de escrúpulos, de soberbia y de falta de confianza en Dios. El aborto nos parece más grave que la democracia porque su perversión puede (y no sé hasta dónde, pero supongamos) ser más evidente a nivel humano, mas, por sagradas que sean las vidas inocentes, lo es aún más el derecho de nuestro Señor a que su Realeza sea reconocida y proclamada. Recordemos que, aunque podría haberlo hecho, el Padre no evitó que la orden de Herodes se cumpliese, sino que se limitó a dar aviso a José para que el Niño Jesús se salvara.

Hasta acá hemos hablado haciendo de cuenta que en efecto son dos males distintos. No lo son. Puede que algunos hayan entendido que el mal sufragista es peor que el mal abortista,pero de todas maneras quieran colaborar con el primero porque les pesa no hacer nada para evitar esas injustas muertes. Les cuento un secreto: no lo van a lograr a través de este sistema podrido. No lo lograrán porque el Mal es uno solo. No es uno u otro partido el instrumento del que se vale el Enemigo para esparcir sus venenos (ideología de género, eutanasia, transexualismo, corrupción de menores, pedofilia, aborto). Es el sistema. Es este virus infecto que bien podría llamarse naufragio universal y que tanta perdición causa a nuestra Madre, la Iglesia. La democracia es abortista y no tan sólo los partidos. Meterse en ella siendo lo opuesto no deja opción sino a tres resultados posibles: 1) convertirse en pro-aborto, 2) mantenerse firme pero calladito la boca, actuando y/o dejando actuar a los demás como pro-aborto, o 3) salirse del sistema. Algo tan tóxico jamás permitirá que la sanidad subsista dentro suyo. Solamente hará creer que lo permite para así arrastrar a gente bien intencionada a las urnas. El Mal es uno solo.

¿Qué es el aborto sino la consecuencia de que Cristo no reine? ¿Qué es, sino la creencia de que “Dios no me manda, me mando yo”? ¿Qué es, sino el tristemente célebre grito “non serviam”? Es un absurdo pensar que apoyando a algo que transmite estas ideas a escala masiva impediremos que las mismas existan. Todo lo contrario. El único método efectivo para no ser cómplices del aborto es oponernos con todas nuestras fuerzas a ese liberalismo satánico (si cabe el pleonasmo) que lo provoca. No existen ni existirán partidos anti-abortistas, porque defender la vida inocente por la vida inocente misma, separada, en lugar de bajo y como efecto del reinado social de Jesucristo, necesariamente nos llevará a acabar despreciándola.

Ahora volvamos sobre lo mencionado al inicio. Hay ideas muy propias de este tiempo. Una es que las verdades son o dejan de ser según se las dice o deja de decir (un ejemplo es el caso de los transexuales, que pierden su mágico superpoder de cambiar de sexo a voluntad si nosotros hablamos y lo recuperan si callamos). Dicha idea ha calado incluso entre los católicos, y entonces aquellos que han decidido naufragar o participar en listas, actúan y hablan como si alguna que otra figura pública, en pleno siglo XXI y por puro gusto de fastidiar, se hubiera sacado de la galera que la democracia es intrínsecamente mala y contraria a nuestra Doctrina. Como si nadie lo hubiese dicho antes y como si no fuese igual de cierto aunque nadie lo dijera. Como si se tratase de “la teoría de Fulano” y no de la Verdad que sabemos inmutable y eterna. Nos acusan de ser los culpables de la perversión democrática por mencionarla y denunciarla. Y aquí entra la segunda idea infiltrada: el practicismo. Esa tendencia a la desesperación y a la necesidad de resultados rápidos y visibles. Nos increpan y nos exigen que propongamos diferentes alternativas. Parecen decirnos, “si según ustedes la moral dice que todas las opciones son moralmente ilícitas, entonces sugieran/hagan algo nuevo (tomar las armas y hacer un golpe de Estado es la más frecuentemente mencionada), y si no lo hacen, pues vean cómo modifican o solucionan lo de la moral, porque sí o sí debemos elegir algo y actuar”. Error.

1) No tenemos tal obligación. En ocasiones no se puede elegir entre lo que hay ni proponer nada nuevo porque las circunstancias no lo permiten. Sólo queda entonces mantenernos fieles a la Moral íntegra, resistiendo los ataques de forma pasiva, que tiene no poco mérito en medio de semejante caos. No hay poco heroísmo o actividad –aunque sea interior– en no faltar a lo que se nos manda a pesar de tanto obstáculo y complot maligno empeñado en hacernos caer.

2) Tampoco es cierto que la única vía de participación política sea la maldita democracia. La política rectamente entendida tiene por objetivo dar gloria a Dios cumpliendo con su fin, que es lograr el bien común. Es por esto que contribuye más a la Iglesia y a la Patria (por lo tanto, hace más política) un joven que se esmera en ser un probo hijo del Padre Celestial y de sus padres naturales, que alguien que figura en una boleta o introduce un sobre a la urna. Alternativas sí que hay, aunque no den la clase de resultados que se nos exige con una autoridad salida vaya a saber uno de dónde. Formar una familia que tenga por cimientos la Fe y la Tradición, es hacer política. Criar hijos virtuosos que el día de mañana lleguen a ser hombres y mujeres justos y piadosos, es hacer política. Rezar el Santo Rosario unidos en la calidez de un hogar fecundo y maternal, es hacer política. Compartir una tarde de mates con una hermana querida, disfrutando de uno de los vínculos más bellos y profundos que hay, es hacer política. Esperar en las mejores condiciones posibles la Segunda Venida del Mesías, es hacer política. Negarse a ser un número más en un recuento maquinal que no es más que una farsa porque no reconoce al Rey de reyes, también es hacer política. Todos son actos políticos, y no por eso democráticos, aunque ambos conceptos se hayan fusionado irreversiblemente en la mente de la mayoría. La recta, la verdadera política, es algo santo y hermoso. No requiere que estemos pensando en ella todo el tiempo, solamente esperanza, integridad y mansedumbre, el ser conscientes de que, al cumplir con nuestro deber a cada momento, aportamos mucho más que cediendo a jugar bajo reglas enemigas a cambio de posponer ilusoriamente lo inminente. Fallamos porque somos pecadores, siempre podríamos hacer más y mejor, mas no somos meros críticos ni estamos de brazos cruzados, aunque no nos vean correr a reuniones con candidatos o algo por el estilo. Tampoco esperamos que San Miguel y los 12 Apóstoles bajen del Cielo a formar un partido para entonces ir a votarlo, porque por más San Miguel y los Apóstoles que sean, bueno… lean Gálatas 1, 8.

No es mi propósito con esto el debatir con nadie. La Verdad no se debate y yo no la poseo sino que recibí la inmerecida gracia de que Ella me posea a mí en este y algún que otro tema. Soy un simple instrumento. Lo que busco es transmitir gratuitamente lo que del mismo modo recibo, con la esperanza de que sea esclarecedor para una persona al menos. De ser así, ya me daría por más que bien pagada. Nuestro Señor anunció que seguirlo sería un “todo o nada”, que quienes quisiéramos hacerlo habríamos de soportar duros tormentos y presenciar arduas pruebas de fe. No tendremos la victoria en este mundo. Seremos derrotados y humillados primero, y sólo entonces nos llegará, tal y como nos dejó ejemplo Él mismo. Así ha sido en otros momentos históricos difíciles para los católicos y éste no será la excepción. Nuestro deber no es cargar sobre nuestros hombros con males que sólo pecando “solucionaríamos”. Están fuera de nuestro alcance y sólo Él sabe por qué los permite. Nuestro deber es obedecer los mandamientos fielmente en lo poco y en lo mucho, confiando no en nuestras fuerzas sino en la Providencia y el Amor del Padre, que no exige nada sin dar la gracia necesaria y que se encarga de aquello que excede nuestra limitación sin que se le escape el menor detalle.

Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat.

¡Viva Nuestra Señora de Luján! ¡Viva la Patria! ¡Viva la Contrarrevolución!

Feminidad disidente

Empecé escribiendo una especie de carta dirigida a los hombres. Como mujer hay muchas cosas importantes que quiero -que necesito- decirles y que merecen escuchar, especialmente los hombres de bien. Sin embargo, habrá que dejar eso para un poco más adelante, porque el resultado de mi idea original terminó siendo un llamado a las mujeres. Así que es especialmente a ellas que les hablo.

La necesidad de abordar este tema surgió a raíz de ver por lo que tienen que pasar los varones en nuestra época. La progresía, en una paradójicamente retorcida coherencia, no discrimina al momento de hacernos sufrir sus consecuencias a todos. Sin embargo, son ellos los que se llevan la peor parte. La rama progresista propiamente encargada en dirigir su ataque de forma particular hacia los hombres es, claro está, el feminismo. Lejos de ser una solución al machismo o su opuesto, no es más que el mismo virus infecto inoculado al otro sexo. Pero esto ya lo sabemos.

Hagamos un paréntesis para ver cómo llegamos a esto. Les pido sepan disculpar si repito muchas veces ciertas palabras; lo hago con el único propósito de dejar bien explicadas algunas cosas.

Si miramos la relación entre machismo y feminismo, vemos que no se encargó cada uno de un sexo en particular, como tal vez cabría suponer al pensar en sus nombres. Por el contrario, primero el machismo introdujo una semilla en la sociedad y, luego ocurrió el desastre que conocemos como la Revolución Sexual, luego de la cual debió transcurrir un tiempo hasta que sus ideas calaran hondo y el terreno estuviera listo para el siguiente paso. Fue recién entonces, después de la puesta en escena de esos dos actores, que llegó el feminismo marxista [1] a terminar de pudrirlo todo con la falsa bandera de luchar contra el primero y el camino allanado por la segunda, que le brindó la concesión para cometer cuanta aberración se le ocurriese.

También es esencial destacar que el machismo no está volviendo a su auge sino dentro del seno (abortista) del movimiento que dice combatirlo. Y es que no existe hombre más machista que el que hoy conocemos como aliado feminista. ¿Cómo es posible? Como dije antes, el machismo y el feminismo son una misma cosa, sólo que cuando se ve en un hombre se lo suele llamar con el primer nombre y en las mujeres con el segundo, pero si los intercambiamos es igual. Su fin no es ir contra uno u otro sexo, sino contra ambos por igual, o más particularmente contra lo bueno que hay en ellos. Es muy simple: el propulsor de todo esto es el enemigo por excelencia del Bien [2], y por eso busca destruirlo dondequiera que lo ve. ¿Cómo lo destruye? Invirtiendo las cosas, haciendo que todo sea cualquier cosa excepto lo que debe ser. Así pues, en la posmodernidad los hombres se vuelven cada vez más afeminados y las mujeres más masculinas. Acá cierro el paréntesis, sigamos con el mensaje a las mujeres.

Nuestro Enemigo disfruta cuando las cosas están fuera de su lugar, nuestra época nos convierte a ambos en lo contrario a lo que somos. Los hombres pierden su esencia al tiempo que nosotras perdemos la nuestra, y ambas pérdidas provocan el empeoramiento de la otra. En este círculo vicioso en el que hemos caído, nos vemos perjudicados tanto ellos como nosotras, y queda en nosotras [3] el dar el primer paso para romperlo y salir de él. Ése es el llamado que quiero hacer.

Como siempre ha pasado, si nosotras comenzamos, ellos nos seguirán. No es una novedad la poderosa influencia que tenemos las mujeres sobre los varones, y puede ser utilizada para bien o -como es más usual últimamente- para mal. Está en la naturaleza masculina el deseo de complacernos, [4] de manera que ellos se avendrán a los estándares que se les exijan. El desafío que propongo es que comencemos nosotras a ser motor y -¿por qué no?- ejemplo de este nuevo cambio. Porque queremos que no se apague la llama de la Virtud y también por amor a ellos, porque fuimos hechas para elevar sus almas particularmente mediante la belleza.

La mujer fue creada para servir al varón en lo espiritual, y él para servirla a ella en lo que tiene que ver con la protección y demás. [5] En lugar de una guerra entre sexos, lo que debemos hacer es conocernos mutuamente para poder amarnos, y amarnos para querer conocernos más. Conocer las mutuas debilidades no para atacarnos sino para fortalecernos. No somos enemigos sino compañeros; no somos iguales sino complementarios. Debemos ayudarnos para que cada uno encuentre en el otro lo que le falta, y así ambos lleguemos a buen término. No es una competencia, es un camino. Existen hombres malos y mujeres malas, pero en ningún caso se justifica una generalización. Si queremos caballeros o nos quejamos de que quedan pocos, pongamos nuestro mejor esfuerzo en ser damas, en todo el sentido de la palabra. Una dama no se conforma con nada que no sea un caballero, y la consecuencia natural de esa exigencia es que más temprano que tarde ellos no tendrán más remedio que aparecer, como bien explica y enfatiza el matrimonio Evert en sus libros sobre el tema. [6]

No vivimos en el mundo ideal y sin maldad que nos gustaría, pero en lugar de ser motivo de frustración o resentimiento, eso debe animarnos aún más a ser diferentes. Si lo vamos contagiando, si cada vez más personas buscan marcar un cambio, entonces sí empezaremos a verlo tomar forma. Eso sí, para que un cambio sea bueno no puede estar asociado o ir de la mano de la Revolución, tan característico es el odio de ésta última por todo lo bueno. El camino es la Contrarrevolución, y para comprenderla bien no hay mejor frase que la de Joseph de Maistre: «la Contrarrevolución no será una revolución contraria, sino lo contrario de la Revolución».

Yo las invito a que se animen a adoptar la feminidad como estilo de vida (y si ya lo hacen, a seguir firmes). Las invito a amar nuestra esencia con sus comodidades y sus limitaciones, a cumplir el rol que nos toca, y a dar Gloria a Dios en todo. Las invito a que descubran lo bello de ser mujer, y al sentirse plenas y sanas en su feminidad, podrán atraer y sobre todo sentirse atraídas por lo complementario: la masculinidad. Las invito a ser (y pocos títulos conozco más hermosos que éste) guardianas de la Virtud en los varones, siguiendo siempre el ejemplo perfecto de nuestra Santísima Madre. Para cerrar: la palabra feminidad ya incluye todo, pero dada su desvirtuación actual me valgo de un pleonasmo y las invito, en resumen, a ser contrarrevolucionariamente femeninas.


[1] El feminismo marxista no es sino el feminismo liberal llevado al extremo. El segundo es germen y origen del primero, y quien diga estar a favor de éste pero en contra de aquél, o bien es alguien que sin mala intención ignora aún lo básico del asunto o es deliberadamente un hipócrita y un cínico.

[2] Se entiende por «bien» a que cada cosa sea lo que debe ser. Actualmente se considera pecado mortal decir que a cada cosa ya le fue pensada y dada una esencia, que no puede elegirla y que tiene el deber de ser eso y no otra cosa. Pero aunque quieran prohibir que lo digamos nada cambiará; le pese a quien le pese, la realidad no es democrática.

[3, 4 y 5] Respecto a por qué nos toca a nosotras dar el primer paso en este cambio y a demás temas como la desigualdad entre hombres y mujeres, la jerarquía, el servicio que debemos a ellos y el que ellos nos deben a nosotras, el mutuo apoyo, nuestra influencia sobre los varones y el origen, naturaleza y motivo de todo esto que acabo de mencionar, ya profundizaré más adelante en otro artículo. Lo aclaro para que, de ser posible, nadie salte como leche hervida antes de tiempo.

[6] Jason y Crystalina Evert son un matrimonio católico estadounidense. Se dedican principalmente a escribir y dar charlas sobre noviazgo, castidad y otros temas relacionados, así como también a promover esta elección de vida entre los jóvenes. A quienes no los conocen les recomiendo seguirlos y leerlos/escucharlos.

Florecillas

Podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que no existe nada en la naturaleza que refleje la esencia femenina de un modo tan hermoso y tan perfecto como las flores. Nuestro Señor las creó pensando en la belleza del cuerpo, pero sobre todo del alma de las mujeres (en el Cantar de los Cantares, el novio se refiere a su amada como un lirio), y además son símbolo de fiesta, de agasajo y de alegría. Pero más allá de eso, existe un parecido muy grande entre las flores y las almas, y eso es lo que quiero compartirles.

Muchas veces pensamos en el Cielo o nos referimos a él como un jardín, e incluso esa es la imagen que viene a la mente de la mayoría cuando piensan en el paraíso terrenal del que gozaban nuestros primeros padres antes del Pecado Original. Eso nos lleva a pensar que de algún modo las almas son como las flores. ¿En qué? Pues en que existe una variedad infinita de flores, e incluso entre aquellas que son de la misma clase, no podremos encontrar dos que sean exactamente iguales. Así pasa también con nosotros. Cada uno tiene una belleza distinta, un color, una forma distinta. Así es como lo quiso el Creador y así debemos honrarlo y darle Gloria. Nuestra vida, que no es más que un transitar a la Patria Celestial, se resume a que busquemos ser tan agradables a Sus ojos como nuestra fragilidad nos lo permita. Hemos de llevarlo dentro de tal modo que durante y al término de nuestra vida terrena, queden en tierra nuestras semillas, y hagan crecer muchas flores nuevas que acaben por convertirse en frutos de santidad.

Cierro con un precioso fragmento de Santa Teresita del Niño Jesús:

“Jesús se ha dignado instruirme acerca de este misterio. Puso ante mis ojos el libro de la naturaleza y comprendí que todas las flores que él ha creado son hermosas, y que el esplendor de la rosa y la blancura del lirio no le quitan a la humilde violeta su perfume ni a la margarita su encantadora sencillez. Comprendí que si todas las florecitas quisieran ser rosas, la naturaleza perdería su gala primaveral y los campos ya no se verían esmaltados de florecillas. Eso mismo sucede en el mundo de las almas, que es el jardín de Jesús. Él ha querido crear grandes santos, que pueden compararse a los lirios y a las rosas; pero ha creado también otros más pequeños, y éstos han de conformarse con ser margaritas o violetas destinadas a recrear los ojos de Dios cuando los baja a sus pies. La perfección consiste en hacer Su voluntad, en ser lo que Él quiere que seamos”

Invitación al amor

Cuando la Virgen de Fátima se apareció a los pastorcitos 100 años atrás y les mostró el Infierno, les dijo que la impureza, a pesar de no ser el pecado más grave de todos, es por el cual se condenan más almas. Hoy en día vemos que realmente hay grandes cantidades de personas (especialmente jóvenes) que se ven, de un modo u otro, sumergidas en esto, y que afirman que se puede ser feliz llevando una vida de ligereza y relajación, haciendo «lo que sienten». Lo cierto es que los sentimientos y las sensaciones no son malos en sí mismos, pero dejar que nos dominen como si fuésemos animales sin capacidad para razonar es tan malo como ser escrupulosos al extremo de no poder disfrutar de nada.

Es importante destacar el hecho de que los límites y el orden son imprescindibles para que las cosas funcionen bien. Es por eso que aquellas personas que actúan únicamente guiadas por aquello de lo que tienen ganas en el momento no son verdaderamente felices. Esto conduce a una falta de compromiso y de pensamiento a futuro, y no hay necesidad de poner el cuidado que se solía poner antes en tomar decisiones correctas de por vida o a largo plazo. A veces, hablando con algunas personas sobre noviazgo, matrimonio, castidad, amor y otros temas por el estilo, he escuchado comentarios como «sé que está mal pero me gusta», «es lo que hacen todos», «no me interesa lo que piensen de mí por cómo me visto» o «hay que experimentar para que no sea obvio que es la primera vez».

Para abordar mejor estos planteamientos, me tomé el atrevimiento de citar de manera intercalada algunos párrafos del libro «Amor puro» (uno de mis favoritos, lo recomiendo mucho) de Jason Evert, que los explica de una manera muy concisa y fácil de entender. Para dimensionar un poco mejor la gravedad del tema actualmente, podemos comenzar con el siguiente fragmento de la introducción:

A nuestra generación se le ha enseñado cómo evitar las enfermedades venéreas. Los medios de comunicación enseñan ‘cómo seducir en 15 minutos’ o ‘disfrutar al máximo el placer’, pero lo que en verdad queremos saber es cómo encontrar un amor auténtico, cómo fortalecer y mantener una relación de amor verdadero, un amor que crece, hace feliz y llena. Se supone que el sexo es un gran don y uno se cansa de escuchar de las enfermedades y la cantidad de embarazos no deseados. Si estás listo para otra perspectiva, […] continúa leyendo.

Realmente son palabras fuertes. Muchas personas de mi edad con las que tengo relación bastante frecuente desconocen su verdadero valor y por tanto no se hacen valorar por los demás. Pero lo más triste no es esto, sino el hecho de que crean estar viviendo una vida plena. En la mayoría de los casos, la falta de límites viene de la mano con el no tener una identidad determinada, lo cual es muy lógico si tenemos en cuenta que hoy en día se alienta a más no poder el “identificarse con todo”. Una persona cuya identidad es “todo” acaba por ser nada en concreto, es decir que literalmente es cualquier cosa.

Como mujer no puedo evitar sentir un gran dolor cuando veo a otras chicas tratarse y dejarse tratar como menos de lo que son, especialmente si son mujeres a las que quiero. Cuando una ha descubierto la manera de encontrar ese tan mencionado amor con que toda mujer sueña, no puede menos que querer gritarlo a los cuatro vientos para que llegue a oídos de aquellas que aún siguen buscándolo en el lugar equivocado.

Uno de los errores más grandes que son causa de esta búsqueda infructuosa, son las relaciones sexuales antes del matrimonio, que a su vez son causadas por pasiones egoístas disfrazadas de amor y falta de conocimiento de lo que es propio del sexo opuesto (principalmente sus mayores debilidades o tentaciones). Personalmente no logro definir del todo en qué consiste la idea de noviazgo de muchos chicos y chicas de mi edad, pero me llama poderosamente la atención cómo esperan que sus parejas le den a la relación una importancia que ellos mismos no demuestran darle.

Para que las cosas tengan su debida importancia, hay que darle a cada quien lo que le corresponde. Algunos gestos como darse besos en los labios o tomarse de la mano son propios de los novios. Si yo le doy exactamente lo mismo o más a un chico que no es mi novio, estoy diciendo que esforzarse por conquistarme y estar en una relación conmigo no vale nada. Todo aquel que compra un diamante lo compra por su verdadero valor porque nadie en su sano juicio se dejaría estafar en algo tan valioso, pero si se diera el caso de alguien que no sabe lo que vale y lo vende muy barato, esa persona tendrá una gran cantidad de gente queriendo aprovecharse de su ignorancia. Que siempre existirán personas que busquen conseguir cosas a un precio menor del que tienen es un hecho y además es inevitable, pero sí podemos decidir si se lo permitimos o no.

Siempre escuchamos sobre ‘experimentar’ con nuestra sexualidad, pero uno simplemente no ‘experimenta’ con algo tan valioso. Uno hace experimentos con una rana muerta o con ratones, con cosas que se pueden reemplazar. Cuando experimentamos con nuestros corazones y el don de nuestros cuerpos, rebajamos su maravilloso valor. […] El dejarse llevar por las hormonas no es romance, es lujuria; y, aunque sea espontáneo y temporalmente emocionante, usar a otra persona no es romántico. […] A veces la conducta de una persona parece ser romántica porque es muy imaginativa y cariñosa, pero puede ser para manipular o seducir a la otra persona. Esto no es romance porque el amor está ausente. […] Si tú le informas a tu pareja que no te acostarás con él o ella, y esa persona se aleja, entonces ya sabes la razón por la cual te ‘amaba’. Si estás buscando emoción, el saber que te aman de verdad es mucho más emocionante que estarte preguntando si te están usando.

Lo central es entender que el noviazgo no es otra cosa que una preparación para casarse. Cuando esta idea se vuelve un modo de vida es cuando empezamos a darle a cada momento su debida importancia (ni más ni menos) y dejamos de quemar etapas que son imposibles de recuperar. Vivir el tiempo de novios con la castidad como centro es crucial para que ese amor al que aspiramos no se acabe. Regalarle el don de la pureza al marido o a la esposa no debe ser motivo de nuestra vergüenza, sino de una gran alegría y determinación. El mundo siempre estará tratando de vendernos muchos tipos de placer, pero creo que la mayoría estará de acuerdo conmigo si digo que no hay nada que nos haga sentir tan bien como la tranquilidad de estar haciendo lo correcto, de que nuestra conciencia no nos reproche nada. Así es como se siente la verdadera libertad.

De todos modos, otro punto importante a tener en cuenta es que antes de poder tener una buena relación de pareja, es importante que logremos sentirnos cómodos y a gusto con nosotros mismos cuando estamos solos. Si no nos amamos a nosotros mismos, ¿cómo vamos a amar a otros?

Creo firmemente y he visto que los matrimonios más fuertes y felices son aquellos en que tanto el hombre como la mujer aprovecharon el don de la soltería antes de casarse. Muchas veces, no aceptamos este don de la soltería porque estamos esperando ansiosamente el don del matrimonio, o estamos agotándonos trabajando por mantener relaciones sin futuro. […] Además, si una mujer está feliz y contenta con su vida desde su interior, ella es más atractiva.

Y en esa soltería, encontramos la clave para conseguir justo lo que nos merecemos:

Es un hecho que los hombres tienen por diseño natural básico el deseo de complacer a las mujeres. Y es un hecho que una mujer que ponga estándares altos atraerá a chicos que estén dispuestos a cumplirlos.

Si todos los jóvenes se grabaran a fuego esa verdad, en menos de lo esperado las cosas comenzarían a funcionar como deben, y entonces la actitud respecto a nuestro valor personal cambiaría radicalmente, pero nunca recibiremos un respeto que no estamos dispuestos a exigir de manera firme, sin ceder.

Hay algunos temas en particular que darían mucho más que hablar. En esta publicación apenas los mencioné, pero más adelante hablaré de ellos con mayor profundidad. Ahora quiero cerrar esta con un mensaje para los jóvenes, especialmente para las chicas, y aún más especialmente para aquellas que tienen un lugar en mi vida y en mi corazón: no se dejen convencer de que los que hemos decidido apostar por la pureza somos pocos; simplemente se habla muy poco de nosotros, o no necesitamos hacer tanto ruido. Es mentira que nuestra generación está perdida. Depende de nosotros los jóvenes cambiar la concepción errada que se tiene actualmente respecto a la sexualidad y la familia. Vale la pena esperar por lo que vale la pena tener, y vale la pena tener felicidad junto al amor de nuestras vidas, teniendo como modelo perfecto a quien es el Amor con mayúscula. Vale la pena luchar todo el tiempo por ser aquello que esperamos que sea el otro. Vale la pena aceptar el desafío y la invitación a no conformarnos con nada menos que eso.

Ahora nos toca a los jóvenes declarar una nueva revolución sexual. El plan de Dios para el amor es TODO lo que nuestro corazón anhela. […] Acepta el desafío con el entusiasmo, el valor y la fuerza que nos da nuestra juventud.

Vale la pena y por eso es hermoso. Vale la pena y hoy quiero compartirlo con ustedes. Les pido que de igual manera ustedes lo compartan con otros jóvenes de edad y de espíritu, para que recuerden que querer ser puros y felices no es una cosa de locos, sino que es propio de todo hijo de Dios y nos acercará siempre a nuestro Padre, que es el único que puede colmar el deseo infinito de amor en nuestros corazones.

El caso Thelma

Las redes se han desbordado con este tema, literalmente. No tengo por costumbre pronunciarme sobre asuntos de este tipo cuando no tengo nada relevante para decir, pero esta vez lo tengo y no es poco. Dejando de lado que no considero en absoluto una coincidencia que el caso saliera a la luz justo después del espantoso asesinato de la bebé sobreviviente al aborto, hay varias cosas que es importante aclarar:

En primer lugar, cómo el feminismo ha superado todos los límites imaginables de manipulación. Cuando ya había quedado más que demostrado lo hipócrita del movimiento #NiUnaMenos, lo único que tuvieron que hacer las chicas fue cambiarlo por #MiráCómoNosPonemos para recuperar a todos sus adeptos y sumar incluso más. Lo grave de esto es que no sólo fue la gente bienpensante que tal vez toca de oído pero tiene buenas intenciones la que se comió el verso, sino también muchas personas e incluso organizaciones «serias» que parecían estar firmemente paradas en la vereda de la Verdad. Lo hacen en un intento desesperado de demostrar que no mezclan el tema del aborto con la gravedad de una violación, pasando por alto tres cosas: 1) al Enemigo no hay que perder tiempo demostrándole nada porque igualmente va a pensar lo que le venga en gana y además en ese tiempo nos saca ventaja, 2) la mayoría de las personas que salieron a apoyar a Thelma (oh, sorpresa) no tuvieron pensamientos tan ingenuamente honrados y salieron a hacerlo con los pañuelitos verdes, y 3) ninguna persona/organización/fundación que se jacte de ser seria puede declararse abiertamente a favor de alguien que está haciendo una acusación así de grave antes de que se haya demostrado como cierta, sólo porque la misma tuvo un apoyo mediático masivo.

En segundo lugar, quiero recordar algo que para mí es esencial y me lo han inculcado desde chica, pero me sorprendió ver a tanta gente olvidarse de ello. Y es que, no sólo no es correcto eso de que si una mujer acusa hay que creerle en primera instancia, sino que por el contrario, ante una acusación lo primero que se hace es creer en la inocencia del acusado hasta que se pruebe que es culpable. Va de nuevo: si A acusa de un crimen a B, no sólo que la balanza no está inclinada a favor de A, sino que casi se podría decir que ni siquiera está equilibrada. Hasta que no se pruebe su culpabilidad, tiene las de ganar B. O así debería ser.

En tercer lugar, contra esa falacia de que «ante la duda hay que creerle a la víctima», yo les pido por favor (en especial a los que la plantean y a los que se la tragan) que analicen la situación. Hay dos hipotéticos casos: que quien acusa diga la verdad o que esté mintiendo. En el primer caso el acusado es el victimario y el denunciante es la víctima, en el segundo caso es al revés. Si ninguno de los dos ha presentado otra prueba que no sea su palabra, y ambos tienen la misma capacidad de mentir, son potenciales víctimas en igual medida. ¿Me quieren decir cómo hacen a saber cuál de los dos es esa supuesta víctima a la que hay que creerle de entrada? Y me reservo mi opinión respecto a las personas que de verdad creen que una mujer no puede mentir sobre algo tan grave como una violación, así como también respecto a quienes afirman que es violencia pedir pruebas, pero no son opiniones para nada amigables ni simpáticas.

En cuarto lugar, vale también analizar la gigantesca ola de mujeres que han salido a decir que han sido violadas o abusadas. Contra todo pronóstico (?) el feminismo también ha tenido que ver en esto. No estoy diciendo que muchos de los casos no sean ciertos, pero sin dudas la mayoría no lo son. Me explico. Esto se debe a dos «logros» del dichoso movimiento. El primero, hacernos ver a las mujeres como seres absolutamente frágiles y a los que se les debe servir todo en bandeja de plata (sí, chicas, que les digan «rica» por la calle y tengan que hacer que todo Twitter las vea lloriquear porque no pudieron poner al desubicado en su lugar es todo menos empoderamiento, lamento decirles). El segundo es haber hecho que cualquier cosa se considere violación o abuso. Hay muchos niveles de avance sexual no deseado, y lógicamente no es lindo ser blanco de ninguno de ellos, pero si ponemos una violación (lean el verdadero significado) al mismo nivel que un comentario obsceno, no esperemos resultados efectivos. Las denuncias de violaciones reales se van a perder en un mar de reclamos por cosas cada vez más insignificantes. Por otro lado, vi decenas de hilos en Twitter contando situaciones de estas, y suponiendo que sean todas verídicas, la narrativa es siempre parecida a la siguiente:

«Estábamos en X lugar y él empezó a hacerme algunos comentarios. Yo le decía que no. Después empezó a tocarme. Yo le decía que no. Después me llevó a la pieza y empezó a sacarme la ropa. Yo le decía que por favor parara y no me hizo caso. Me tiró en la cama, yo lloraba y le decía que no. Empezó a penetrarme. Yo le decía que no. Me violó y después me dejó sola.»

No miento, llevo una buena cantidad leída y ninguno se aleja mucho de eso. Todas podemos reaccionar diferente ante una situación así y puede que algunas se queden paralizadas y no atinen a hacer nada, pero muchas llevan el «no es no» a un extremo que roza el ridículo y sueñan con una suerte de paraíso ideal en el que con decir que no sea suficiente. Desde luego que sería fantástico que así fuera, pero les tengo una noticia: no vivimos en ese mundo, vivimos en este, y en este mundo los criminales ignoran nuestros «no» (como por ejemplo el «no» que dijimos el pasado 8 de agosto) y cometen sus crímenes de todos modos. Además, sólo alguien tan ignorante como un progresista creería que se puede alcanzar una sociedad en la que la sexualidad propia y ajena sea considerada algo valioso mientras se promueven prácticas que apuntan a quitarle todo su valor. Aunque no les guste, el tiempo le acabará por dar la razón al método que usamos los «fachos antiderechos»: la práctica y transmisión de la Virtud.

En quinto lugar, a las mujeres que dicen «el que se queja del escracho es que algo habrá hecho y tiene miedo de ser el siguiente», déjenme decirles que las quisiera ver a cualquiera de ustedes siendo acusada de algo grave que no hizo y humillada por todo el mundo, a ver si estarían tan tranquilas. Manchar falsamente la imagen de alguien, en especial de un hombre, después de haberse encargado de demonizarlos y sabiendo que cualquier cosa que digan va a ser tomada como una mentira si lo contradice una mujer, es algo que no se puede revertir aunque después se demuestre su inocencia. Así que, queridas feministas, antes de arruinarle la vida a alguien por un caprichito o por despecho, revisen sus privilegios. Y sepan además que las mujeres de verdad no nos comemos el verso. Sabemos que una ley que nos da vía libre para destruir vidas impune e injustamente no nos beneficia en nada a nosotras tampoco. Es muchísimo más poder del que podemos manejar y de ninguna manera nos está invitando a que seamos cada vez mejores personas.

Por último, mi opinión sobre el caso Thelma Fardín y Juan Darthés es la siguiente: hasta que el caso no se cierre no le creo a ninguno de los dos. La presunción de inocencia existe por una razón, así que no considero cierta la acusación que lanzó ella contra él, ni con la que respondió él después. No hasta que se pruebe lo contrario.

A todas las mujeres que realmente sufrieron una violación o un abuso quiero decirles algo. Cuando alguien hace creer muchas mentiras que acaban por descubrirse, es lo lógico y también lo justo que cuando empiece a decir verdades nuevamente, la gente no le crea hasta que pase un cierto tiempo diciendo solamente verdades. El feminismo es ese alguien con el historial de engaños cada vez peores. Si alguna de ustedes quiere denunciar un caso cierto, sepan que la gente cada vez le cree menos a las feministas, y por eso buscar su apoyo no es la mejor idea. Aunque les hagan creer que las apoyan, no es así. No les interesa defender la verdad de lo que pasó (ni ninguna otra verdad), sólo quieren gente que sea funcional a su movimiento. En cuanto no lo sean más, van a abandonarlas. La mayoría de las feministas son la clase de personas que un segundo dicen que te creerían y apoyarían si fueses víctima de violación aunque pienses diferente y al siguiente te desean una violación por pensar diferente. Sí, así de coherentes. ¿Tienen un caso verdadero que quieren sacar a la luz? Busquen apoyo en gente que inspire credibilidad. No sean la primera verdad en mucho tiempo de un movimiento que es en sí mismo una mentira, porque siendo asociadas con él, la van a tener muy difícil para que la gente les crea. Hay muchas organizaciones que hacen todo lo posible por brindar un apoyo real en esa clase de casos. Mi consejo es este: no se dejen engañar.

Abrazar la posmodernidad

A veces sentimos (me incluyo) que hemos nacido en la época equivocada. Con lo mal que están las cosas hoy, y sobre todo considerando la persecución que sufrimos quienes intentamos mantenernos en el camino de la virtud y la verdad, es entendible esto de creer que nos sentiríamos más a gusto en algún momento histórico con la moral un poco más ordenada. Incluso es muy posible que tengamos razón al pensar así, pero lo cierto es que nos tocó vivir acá y no allá.

Soñar es algo bello, y la nostalgia de épocas que sólo conocemos por medio de otros puede llegar a ser lo único que nos permita conservar lo bueno que abundó en ellas y no así en la nuestra. Pero es importante seguir pisando sobre la Tierra y concentrarnos en la realidad en la que Dios, en Su Infinita Sabiduría, quiso ponernos. Puede ser verdad que yo me sentiría más a mis anchas viviendo en la Edad Media, pero lo que nunca será cierto es que hubiese sido mi época ideal. De ser así no habría nacido en ésta.

Lo que quiero proponerles esta vez es algo que me enseñó una amiga muy querida, y es abrazar la posmodernidad (por muy larga que pueda hacerse). Cristo sigue reinando hoy al igual que siempre, y que la gran mayoría de la humanidad no lo reconozca como Rey no hace que lo sea menos. Es por eso que, incluso en medio de toda esta oscuridad que aterra, sigue habiendo luz. Nosotros estamos llamados a ser luz del mundo, no a pasarnos soñando con haberlo sido hace décadas. Si estamos acá es que hay una tarea específica para cada uno, y nadie más podría haberla hecho mejor.

Seamos astutos, no dejemos que el mal invada nuestras almas y hagamos lo posible por acercar a otros al Camino. No negociemos con la tentación. Se sabe que el aparente triunfo del Enemigo es inminente e inevitable, pero no hay que olvidar que la victoria ya está cantada. Abracemos nuestra época, lo bueno que hemos recibido en ella de manos de Dios, que saca los mayores bienes de los peores males.

A la posmodernidad le debo una hermosa familia de sangre y otra espiritual (parte de la cual se ha formado de maneras y por medios inimaginables), le debo mi deseo de buscar siempre la perseverancia en la fe luego de ver cómo destroza a las almas que no están fortalecidas, y le debo un crecimiento espiritual que jamás creí posible. Por eso creo que, a pesar de lo malo, es digna de ser vivida y sobre todo abrazada. ¿Cuáles son sus motivos?

¿Por qué escribir cartas a mano en pleno siglo XXI?

Una infinidad de herramientas absurdamente innecesarias y una apremiante exigencia de rendimiento horario (que paradójicamente cada vez nos deja con menos tiempo), han puesto a las cartas escritas a mano en peligro de extinción. La cultura del descarte, que le da valor a las cosas de acuerdo a su grado de utilidad productiva, es enemiga de todo lo bello, del mismo modo que la modernidad materialista lo es de lo trascendental.

Sin embargo, enviar y recibir cartas y todo lo que ello supone (el tiempo que requiere sentarse a escribir, pensar en las palabras correctas, la emoción de esperar una respuesta, etc.) es más provechoso hoy en día que en la época en la que era usual hacerlo.

¿Cuál es el motivo de esto? Es muy sencillo. Habiendo eliminado todo fin práctico para escribir cartas a mano, tenemos la certeza de que, quienes decidamos hacerlo, lo haremos con el propósito más trascendental que tiene. Lo haremos para recuperar el valor perdido de la palabra, para reivindicar la belleza y la profundidad, para poner un pedacito de nuestro corazón entre esas líneas y así, habiéndole entregado una parte de nosotros a la persona que nos leerá, tener necesidad (esa de la que hablaba Saint Exupéry) de ella para sentirnos completos de nuevo. En los tiempos en que la única manera de comunicarse era esta… pues era casi imposible que quien escribía lo hiciera 100% en pos del fin más elevado, y en caso de que sí, no había manera de estar seguros.

Yo quisiera hacer un llamado a que volvamos a incorporar este hábito a nuestras vidas, que ignoremos un rato al mundo que nos obliga a vivir corriendo. Y si el mundo se fastidia por eso, nos riamos de él y sigamos en lo nuestro. Volvamos a sentir con profundidad, tengamos nostalgia verdadera de aquellos a quienes amamos y están lejos, expresemos nuestro afecto con esas palabras ante cuya grandeza nuestra sociedad de hoy se acobarda. Volvamos a los verdaderos lazos, demostremos que ya no nos creemos más esa mentira capitalista de que lo que no produce «bienes» ni ahorra tiempo (para seguir corriendo un poquito más) no sirve.

Les pido a quienes me lean y les agrade esta iniciativa, que traten de promoverla y de ponerla en práctica. No es fácil, claro, porque el verdadero Enemigo sabe bien el peligro que significa esto para él, aunque sea en apariencia algo inofensivo. Por eso buscará poner todos los obstáculos posibles, muchas veces con éxito. Se aprovechará de nuestras debilidades y de nuestro miedo al ridículo y susurrará excusas baratas en nuestro corazón usando el lenguaje del mundo. Pero hagamos el esfuerzo de siempre recordar lo mentiroso que él es, y de perseverar en aquello que, aunque nos hayan metido hasta en el ADN que «bueno, tampoco es algo tan importante», es lo que engrandece y perfecciona nuestra alma.